Si miro a las nubes…

19/06/2024 - Blog

Artículo opinión: Rubén Río - Responsable área comunicaciones en Masscomm

Una frase que se escucha recurrentemente, y que ha arraigado profundamente en el ámbito de los negocios es, “RETROCEDER NI PARA TOMAR IMPULSO”. No obstante, la experiencia nos dice que un avance precipitado, o sin los debidos análisis y planificación, no suele conducir a unos buenos resultados. 

Si echamos un vistazo a la historia, y dado que el mito de Ícaro se me hace demasiado tendencioso para lo que quiero exponer, probablemente una situación arquetípica de una cadena de decisiones desafortunadas, basadas en la precipitación y desconocimiento de las propias capacidades frente a la situación real, podrían ser el cúmulo de decisiones que llevaron a la tristemente célebre “carga de la brigada ligera”.
En la situación que quiero tratar, muchas compañías por fortuna no han arrojado a sus caballerías a un futuro incierto (a la par que épico). No obstante, la realidad es que la evolución del mercado de las plataformas de comunicaciones corporativas ha sido notablemente dinámica en la última década; y en muchos casos se han tomado decisiones estratégicas, siguiendo tendencias generales, y basadas en análisis muy someros, sin atender las necesidades y capacidades de la propia organización.  
La transición inicial hacia servicios basados en la nube y modelos de pago por uso representó una revolución, promoviendo la escalabilidad, la flexibilidad y la eficiencia en costos. Estos modelos permitieron a las empresas acceder a tecnología y servicios avanzados sin la necesidad de una inversión inicial significativa.
A pesar de lo anterior, recientemente estamos presenciando una tendencia de retroceso, con muchas empresas optando por “aterrizar” sus plataformas y servicios. Esto nos podría llevar a preguntarnos el motivo de dicha reestructuración, y la pregunta de si alguien se equivocó entonces, o lo está haciendo ahora. La respuesta general es, cómo muchas veces sucede, un “rotundo” depende, y es que precisamente los motivos que empujaron a muchas organizaciones a trasladar sus servicios a diversas nubes, son los que ahora les impulsan a retornarlos.
Si intentamos hacer un ejercicio de racionalización, tras analizar los argumentos a favor y en contra de cada una de las tendencias, veremos que estos pueden usarse indistintamente para reforzar ambas, y por lo tanto la conclusión será que la elección debería depender de las necesidades, pero también previsiones de cada empresa. 
Por poner un breve ejemplo y revisemos esos puntos:

1. Control y seguridad:
Tradicionalmente se argumentaba que las soluciones “on premise” contaban con un grado mayor de seguridad y control, al permitir ser soberanos de nuestras infraestructuras. Esto obviamente requiere una inversión en disponer de los recursos para dar dichos servicios y administrarlos de manera correcta. 

2. Personalización y adaptabilidad: 
En muchos casos, tienden a confundirse las modalidades comerciales con la arquitectura sobre la que se sustentan, y si bien los servicios “cloud” se han apoyado tradicionalmente en modelos de pago por uso (y viceversa), existen alternativas que combinan ambas posibilidades, y sistemas híbridos que facilitan lo mejor de cada uno.

3. Costos a largo plazo:
Obviamente, el análisis de costes de una u otra alternativa, tiene que ser planteado desde una posición pragmática, en la que se asuma el hecho de necesitar que los servicios estén debidamente mantenidos y actualizados en el tiempo. Bajo esas premisas, veremos que ambos entornos incorporan sus propias necesidades y ninguno está exento de costes, basculando en cada caso sobre distintos puntos, con diferentes impactos en la fiscalidad de la empresa. 

4. Rendimiento: 
Muchas de las tendencias recientes, abogaron por la capacidad de crecimiento y acceso a potencias “ilimitadas” que proporcionaban los sistemas en la nube, o simplemente a la abstracción de esas necesidades mediante la contratación de soluciones como servicio. 
Obviamente, y teniendo en cuenta lo mencionado en puntos anteriores, se debe mantener presente que algo así en última instancia implica un 

traslado de costes, y puede resultar o no efectivo para la empresa a medio o largo plazo.
Igualmente, esos recursos de los que la organización podría optar por disponer en propiedad, requieren mantenimientos y están expuestos a averías y obsolescencia, lo que tampoco es algo que se pueda obviar.

5. Legislación y cumplimiento: 
Un punto con cada vez más peso y muy a tener presente, habida cuenta de los requisitos legales en cuanto a gestión y gobernanza de datos. Cada organización debería tener muy en cuenta, no solo sus obligaciones legales presentes, si no los futuros requisitos de cara a obtener cualquiera de las certificaciones corporativas.
Esto implica que, de cara a sustentar servicios en entornos externos a la organización, deben conocerse todas las cuestiones relativas a ello. Pero tampoco podemos desatender que estas cuestiones son igualmente relevantes en los sistemas “on premise” 

Quisiera darte mi enhorabuena si has conseguido llegar hasta aquí en la lectura, pero también trasladar mi más sincera disculpa si con ello pretendías obtener alguna respuesta concisa en cuanto a que decisión tomar respecto a las cuestiones tratadas. 

La nube sigue siendo una opción poderosa y popular, especialmente para startups y empresas que buscan agilidad y una rápida implementación de servicios, pero no está exenta de hándicaps.
La decisión entre nube y “on premise” no es binaria; y por ello cada vez más empresas adoptan un enfoque híbrido, aprovechando lo mejor de ambos mundos.

En conclusión, la elección entre cualquiera de estas arquitecturas o modalidades dependerá de una variedad de factores, incluyendo la estrategia de negocio, requisitos de cumplimiento, y consideraciones financieras. Lo que es claro es que el mercado seguirá evolucionando, y las plataformas de comunicaciones corporativas deben ser lo suficientemente flexibles para adaptarse a las cambiantes necesidades empresariales.