LOS BUENOS PROPÓSITOS PARA UN NUEVO AÑO

03/01/2017 - Blog

Juan Antonio Gómez Bule. Consejero Asesor Masscomm.

Siempre que abordamos un nuevo año nos rodeamos de buenos propósitos. Según los entendidos en numerología abandonamos un año 9 (2+0+1+6), año de cambios, a un año 1 (2+0+1+7) un año prometedor y de cosecha de lo sembrado en el período anterior. 


Estamos ante un mundo en continuo cambio donde lo único permanente es el proceso de transformación tanto personal, como social. Un mundo donde vivimos con una compañera: la incertidumbre. Aprender a convivir con ella es fundamental para evolucionar y gestionarla se ha convertido en un activo fundamental, llegando a la categoría de “arte”. Los artistas que enseñan esta materia se han convertido en un bien muy codiciado por las empresas que les buscan para que les ayuden en su proceso de transformación. Se ha venido a llamar la “transformación digital”. Bajo este título se engloban múltiples objetivos que permiten a las empresas enfrentarse a los retos del mercado, comprender mejor a sus clientes, establecer modelos de comunicación efectiva con estos clientes para fidelizarlos,… Términos como internet, movilidad, cloud, big data, ciberseguridad, análisis de datos, uso de las redes sociales,… son vocabulario cotidiano de muchos ciudadanos y de muchos ejecutivos que se enfrentan a estos retos tecnológicos como usuarios de un tsunami tecnológico.


Pero la tecnología es un medio, no un fin en sí mismo para el proceso de transformación de las organizaciones. Es un medio vital porque sin él no se producirían unos cambios que han sido desarrollados en el plano de la decisión personal. Somos las personas las que configuramos las organizaciones y las que impulsamos el cambio siendo actores o “padecedores” de la tecnología.


Estamos ante un año 1, año de cosechar los cambios de años anteriores, pero para recibir esa cosecha hay que estar dispuesto a recibir ese regalo. La Navidad es una época de renacimiento de la fe en todos los corazones, no sólo de los cristianos. Este año ha coincidido la Nochebuena con el comienzo de la fiesta judía del Janucá, llamada también la Fiesta de las Luces o Luminarias ¡qué maravillosa coincidencia! Poder extender este espíritu de la Navidad a todo el año nos permitiría vernos a nosotros mismos con más nivel de comprensión y, a los otros, con más respeto. Cada vez es más necesaria una posición de inclusión más que de exclusión en todos los aspectos de la vida. Lo desconocido nos da miedo y, muchas veces, lo más desconocido se encuentra dentro de nosotros mismos.


La tecnología cambia, evoluciona y, con su cambio y evolución, genera riqueza, innovación apertura de nuevos modelos de negocio,… La tecnología se nos ha hecho un acompañante, una prolongación de nuestro aspecto físico, pensemos en ese compañero al que saludamos nada más despertar y, muchas veces, es al que primero saludamos al despertar,… ¡El móvil! Instrumento tecnológico que presenta en su interior más de 23 sensores que nos convierten en un “activo sensorizado andante”, un elemento más del ecosistema llamado ciudad inteligente donde otros elementos sensorizados (el llamado internet de las cosas) interacciona con el ecosistema, un ecosistema digital. Todos esos volúmenes ingentes de datos (el Big Data) se almacenan en el Cloud, se procesan a través de algoritmos aportando información que se trabaja con herramientas de inteligencia que recogen información de todo el ecosistema, donde las redes sociales aportan datos acerca de nosotros mismos, información que, en la mayoría de las ocasiones, el ciudadano no es consciente de cuánta información aporta al sistema.


Estos cambios tecnológicos han potenciado un proceso de cambio social. En un mundo hiperconectado donde empresas como Google tiene más “habitantes” que cualquier país , o como Facebook donde su fundador , con un grupo reducido de personas, ha desarrollado un modelo para llevar internet gratis al 90% de la población mundial, como Amazon que se ha convertido en el operador logístico mundial por antonomasia. Empresas como Airbnb que, sin ningún hotel en propiedad, y, con un grupo de tecnólogos y de expertos en marketing, es hoy en día el líder en el sector hotelero. Empresas como Uber o Cabify que, sin taxis o vehículos en propiedad, han transformado el mundo del transporte de viajeros dentro de las ciudades. ¿Quién no tiene una manzana en su vida? Apple y el sueño de Steve Jobs,…


Estas grandes empresas, con tamaños superiores a muchos Estados, negocian de igual a igual con Gobiernos y han modificado el mapa de influencia geoestratégica mundial. Los actores han cambiado y estas empresas han ampliado sus límites de actuación al mundo. Influyen en el día a día, en la toma de decisiones sobre seguridad, privacidad de datos, propiedad intelectual… Internet es el paradigma del cambio y el posibilitador de la transformación. Seamos capaces de utilizar esta maravilla tecnológica para hacer el cambio exterior sin olvidar que el verdadero cambio está dentro de nosotros.

 

Feliz año 2017